lunes, 27 de agosto de 2012

FFFFucking perfect plan

Mi Plan A no se los cuento ni loca, dado que es THE masterplan y es casi imposible que falle; sin embargo, tengo unos cuantos planes extra, just in case. El Plan B tampoco se los voy a contar, así que hablemos del Plan F. El Plan F (F de "FFFelizmente que tengo un plan F y no tengo que acudir al suicidio") es al que recurres cuando el supuesto Masterplan falló y todos los demás también (Para tal caso dedícate a ser espontanea, porque los planes no son lo tuyo), es como tu última oportunidad para tener una vida más o menos digna. 

Mi Plan F es algo así: 

Me vuelvo a teñir el pelo de pelirrojo, pero- esta vez- ese pelirrojo de la tele, Magaly's style. Vuelvo a tomar clases de teatro, pero no voy a la del profe buena gente, sino a la de algún llorón melodramático de por ahí. Luego, me presento a audiciones para novelas de la tarde, ya que todos sabemos que puedo ser una mala convincente y- si no pasan muchos años- también me sale bien la Lolita atormentada. De esta manera, consigo uno o dos papeles en el prime-time de las 3 de la tarde, solo apta para amas de casa con clinex a la mano. Me exhibo a full con mi pelo rojo y, como quien no quiere la cosa, consigo que me patrocine una marca de tintes. 

Mientras tanto, por otro lado y en mis tiempos libres, me dedico a conquistar a algún doctor (cirujano de preferencia) atractivo y mayor que yo, por supuesto. Nos queremos mucho, así que Doc decide proponerme casamiento y yo- sin dudarlo dos veces- acepto. Me retiro de la televisión y me convierto en una prematura ama de casa perfecta solo para Doc. Esto dura alrededor de dos años, porque para nuestro segundo aniversario le pido un gato ángora para que me acompañe mientras veo las repeticiones de mi novela y, por supuesto, no puede llamarse de otra manera que no sea Boris o Ezequiel, aunque creo que vamos con Boris. Ahí es cuando caigo enferma y paso el resto de mis días en cama acariciando a Boris y enfundada en sábanas de seda. Sin dolor gracias a la morfina diaria, cortesía de Doctorsito que, a estas alturas, ya se aburrió y anda acostándose con niñas de veinte. 

Y así transcurren mis últimos días de vida: en cama con un gato, mirando novelas de la tarde, mientras que me visitan mis únicas amigas: las enfermeras. Thats all, muriendo de a poco, pero sin dolor (cortesía de la morfina, cortesía de Doc) y dignamente. Mi lecho de muerte es como una nube celeste con matices rosados y duendesitos que cantan villancicos (también cortesía de la morfina, también cortesía de Doc).




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