viernes, 20 de julio de 2012

Estimed time of arrival: tarde

No sé cómo interpretarlas, no sé qué hacer con ellas y tampoco las entiendo. No son día, no son noche: son tarde. Ay tarde, si supieras el poder que posees sobre mí; si supieras la facilidad con la que me vuelves loca. Me vuelves lo suficientemente demente, como para que al llegar la noche, me encuentre en un estado esquizofrénico-paranoico a punto de cometer alguna locura.

Es raro que algo me vuelva tan loca, ya que yo soy de la clase de persona que decide cuándo y cómo perder las facultades mentales; y es que a la gente le encanta tener siempre a un loco al costado y, al parecer, me eligieron a mí y, al parecer, yo acepté. 

Por ejemplo, siempre trato de volverme loca un poco en las mañanas, pero no me salé y nunca me saldrá, porque a primera hora del día no hay base material de angustia en qué apoyarse. Además, al igual que Fernanda Mía o Fernanda Tuya o Fernanda María Trinidad del Monte Montes, me considero la viva representación de aquella frase Hemingwaya: “Experimentó la angustia y el dolor, pero jamás estuvo triste una mañana”. 

Es por culpa de las tardes que escribo. Sí, es su culpa que los viva atormentando con una lluvia de palabras sin sentido y que los use de terapeutas indirectamente. Esta mezcla de día y noche, de nostalgia y júbilo tiene ese factor que desencadena mis pensamientos más profundos, los más oscuros, los que necesito sacar de alguna manera y es esta. Incluso, a veces, escribir no es suficiente para desahogar; para vomitar las mariposas; para desenredar ese nudo que algún boyscout debe haber amarrado en mi garganta; para asesinar, cual baigón vs polillas, esas ganas de que Algo pase (Algo, mi peor enemigo). Pero, al fin y al cabo, escribir sirve. Sirve como un antídoto, como un Alka-seltzer para la resaca emocional, como un trapo para limpiar el enchastre que armaste al abrir la Coca-Cola ¿Qué pasó? ¿Se rebalsó? No debiste agitarla. 

Estoy segura que este no es un problema exclusivamente mío, estoy segura que en algún lugar hay alguien más que acaba de quedarse calva y sin cejas por culpa de las tardes que pecan de pasividad. Mucha gente me tilda de loca y me pregunta: “¿Por qué? ¿Por qué te volviste a pintar el pelo? ¿Por qué te lo cortaste de nuevo? ¿Por qué cambias tanto? ¿Por qué no esperas aunque sea un mes?” Me encantaría responderles que todo es culpa de la tarde, pero lo más probable es que no entiendan nada y me manden al psicólogo una vez más. Es verdad, soy patética: me puedo pasar toda una tarde mirando la caja de Palette o Garnier Nutrisse preguntándome si esta vez “Naranja caoba” me hará sentir bien o Algo. Un tinte o un corte de pelo es lo menos radical que me pasa por la mente un jueves por la tarde; por eso, escribo. 

Escribo por necesidad. Escribo, porque me desespera ese "no pasa nada" y ese otro "y no va a pasar". Escribo, porque sé que me voy a levantar con la misma sensación de "no pasa nada" y ese otro "y no va a pasar" con la que me acuesto. Escribo, porque estoy segura de que si no lo hago, los platos de mi casa, los libros, los plumones o peor, mi pelo (ya me imaginan calva y con una ceja) van a pagar las consecuencias. Entonces, por el bien común, el de mi autoestima y el del futuro infarto de mi padre, escribo. Es algo que escapa de mi control, es algo que no deben tratar de entender y mucha menos discutir, pero si lo desean hacer pueden escribirme a mi compañía de traumas, desgracias y taquicardias S.A (Abierta las 24 horas).


Ahora, bien... escribir en la tardes también puede llegar a ser un problema, porque, la verdad, no quiero emplear malas palabras en mis textos, ya que no me suenan bien; el problema es que las buenas no me salen. Todos saben que tengo el "vete a la puta madre" fácil y las tarde y la sensación de intranquilidad que estas me producen, como si el alma se hubiera puesto el polo al revés, no me ayudan.

Al final, mi odio por las tardes es directamente proporcional a la inspiración que estas me provocan. Las tardes son mi mayor miedo, mi mejor trauma y las únicas capaces de lograr que me vuelva tan hijadeputamente loca.

domingo, 8 de julio de 2012

∞% lluvia, ∞% sol


¿Cuántas veces me “cortaron el rostro”? Muchas. Muchas veces, en serio. Algunas fueron directas, otras indirectas; pero fueron muchas. Muchas más que mi edad, muchas más que la cantidad de días en un mes, muchas más que la cantidad de chicos que alguna vez me gustaron, muchas más de las necesarias, muchas más de las que alguien debería tolerar.

La mayoría de esas veces me cortó el primer individuo que me llegó a gustar en serio, a quien vamos a llamar O (Cabe resaltar que no es la inicial de su nombre ni su inclinación política). La veces restantes me cortaron X’s, que tardé más o menos dos días en superar.

Miento. Hubo una cortada que me costó bastante superar y que, para ser sinceros, me tardó mucho muuuuucho más de dos días. ¿El desgraciado? ¿El maldito? ¿El infeliz? Alguien que siquiera estuvo cerca de ser mi novio o algo parecido. Lo llamaremos K (Sí, me esmeré en buscar la letra más fea del abecedario, sin ánimos de ofender a nadie. [un poquito nomás]). ¿El motivo de la incisión?: “No te puedo hacer feliz” seguido de un “No quiero que sufras” (Era crucial, tenía que parecer que era lo mejor para mí y no lo mejor para él y la lista de chibolas que todavía no se ha hecho).

Oh, darling! O estás apuntando al lado equivocado o tienes una puntería bastante mala (…pajero). Claro que no me puedes hacer feliz, es obvio que esa no es tu parte. Yo me tengo que hacer feliz sola y después invitarte a disfrutar de eso, como si fueras un huésped con un paquete de todo incluido en un hotel cinco estrellas o un niño de 10 años en un parque de diversiones . Se supone que tendría que ser algo parecido al puto Disneyland y, la verdad, me parezco más a un cementerio. No puedes pues, no puedes ayudarme; pero sí puedes acompañarme, puedes tratar de entenderme, puedes tener toda la paciencia del mundo, puedes citar a D.H Lawrence hasta hartarte, puedes preguntarme miles de veces qué me pasa sabiendo que la respuesta siempre será la misma: Nada, yo puedo hacerme feliz sola. 

martes, 3 de julio de 2012

mort-vivant


Si hoy logro pasar 6 minutos sin llorar; si hoy consigo que las comisuras de mi boca se curven para lograr algo parecido a una sonrisa; si hoy emerjo  de debajo de estas miles de colchas en las que me encuentro zambullida; si hoy no pienso en ti; si hoy prendo alguna luz; si hoy no tomo ningún relajante para dormir; si hoy me visto como persona y no como lo que soy; si hoy puedo concentrarme, por lo menos, un minuto en algo sin divargar hasta llegar a la misma piedra; si hoy me olvido de todo por un rato;  si hoy no me duelen estos cortos, pero desesperanzadores 17 años; si hoy no se me hinchan los ojos; si hoy respiro; si hoy tolero; si hoy llego hasta mañana; si hoy sobrevivo…

¿La respuesta? ¿La pregunta? A ratos sí, a ratos no. No sé. En este momento no, hoy no. Mañana tal vez sí. No sé. Pregúntame en dos horas. Que la respuesta es siempre la misma, es mentira.

Igual, poco importa e importa poco. Ya nada es igual que ayer, ya no soy mi propio referente. Estoy rota, triste y cansada de estar rota y triste. Me duele todo menos el cuerpo. Me duele lo que está adentro, eso que ni yo sé qué es; eso que tanto quiere salir; pero no sabe como, entonces destruye todo a su paso. Ya se desordenó todo, ya se rompió todo: mi espíritu, nosotros, el invierno, mis huantes, nosotros, la radio, nosotros y las flores. (Sí pues, “nosotros” está tres veces. Debería estar más veces, deberíamos habernos roto menos.) 

lunes, 2 de julio de 2012

Frase deshecha



Hablemos de todo lo que se dice, de tanta frase hecha que existe sobre la vida: “la vida es una sola”, “la vida es larga”, “la vida es corta”, “la vida es como montar bicicleta (seguido del porqué de esa dizque metáfora)”, “la vida es aquello que pasa mientras estas ocupado haciendo planes” (¿Eh? ¿Planes? ¿Qué planes? Nadie me avisó que había que hacer planes. No sé ni que voy a cenar… Aguanta ¿Voy a cenar? Bah).

 La verdad que, además de que todas estas frasesitas de postal para jubilados y  foto emo de facebook  no se ponen de acuerdo  y lo único que me inspiran es a “mandar la palabra vida al 5050”, me aburren bastante, pero- sobre todo-  me dedico a no creerles.  Aunque sí debo admitir que hay una que me mueve todo: “todo pasa por algo”.  Les digo enserio que esas cuatro palabras, esas quince letras son una de las muchas más de 7 maravillas de nuestro mundo. Y no es solo eso, o sea, es tan perfecta esa frase que hasta su apócope, que vendría a ser “todo pasa”,  me sirve de consuelo en los momentos más trágicos.

Todavía no puedo descifrar cómo ni por qué, pero casi todo pasa. Es algo rarísimo, algo que nisiquiera entiendo ahora (en frío) y que, por ende, es casi imposible de entender en momentos de agobio extremo.
Es que no me logro explicar cómo algunos acontecimientos que en un principio parecían aterradores, apocalípticos, caóticos y lo suficientemente garrafales como para llevar a cabo un violento suicidio justificado que incluiría narcóticos y armas ilegales en tu país (obvio ¿Si no dónde está lo divertido? Yupi) o, lo que es peor, una noche en vela llorando y escuchando “los grandes hits” de José José,  de la nada, un día, pierden importancia.

Y sí, aquella bola de nieve que tenía un tamaño directamente proporcional a tus problemas y estaba apunto de pasar por ensima de tu dedo chiquito del pie (auch), desaparece. Decide que ya fue demasiado José José, que te excediste con Pinpinela y que no va a permitir que, de ninguna manera, llegues a Arjona. Así de simple, se corre del camino y te deja vivir tranquila.

Este fenómeno natural me parece sumamente esperanzador. El simple hecho de saber que todo lo que hoy parece tan trágico como para aludir a un suicidio inminente, eventualmente será motivo de sonrisas, risas y, si tienes sentido del humor como para saber reirte de ti mismo, hasta un par de carcajadas. Por último, te queda como experiencia, anécdota o simplemente, un hecho que no te ocaciona ninguna reacción en absoluto. Y la verdad, siendo sinceros ¿Quién no prefiere entumecimiento emocional antes que caos mental? 

The older, the better?

Tengo que admitir que hoy me paso por encima el camión del crecimiento, la furgoneta del pronto tendrás que mantenerte sola y de tu vida es un juego ahora. Así que juega, juega mientras puedas, porque después no te va a dar el cuero. (¿cuero? ¿vieron? ya hablo como señora y escribo con patitas de gallo).


Hoy me sentí crecidita, tuve uno de esos "lapsus bisagra" (Expresión best-seller de los 90's) y pensé "mierda, somos los grandes ahora". Así, con esas palabras. Esto me llevo a dos conclusiones: a) Tenemos que dejar de hacer cosas de niños. b) Tenemos que empezar a hacer cosas de grandes. y una duda existencial: ¿Qué hay más adelante? y esta última es preocupante, porque todavía no me llevo bien con la paciencia y eso de disfrutar el momento no me sale muy bien; pero ya llegará el día que sí... (¡¿cuando?!) 


¿Dónde me quedé? (Alzheimer's coming) Ah, verdad, el camión. Sí, bueno, mucha gente me había advertido que este momento en el que creces de golpe llegaría. Es que el camión me pasó por arriba como si fuera cosa de todos los días; No se creó ni medio revuelo, pero mejor ni les cuento la barahúnda que se armó en mi, ya senil, cabeza. 


Fue ahí que, con la seguridad de alguien que (por fin) logró aprobar un examen (de cargo) de matemática, decidí hacer un par de cálculos:


- El 2000 fue hace 12 años. (¿2012? ¿no te suena futurama? a mí también, no sé)
- Los 80's, que siempre estaban a 20 años, ahora están a 32.


Y hablando de 30 ¡los míos están a un poquito más de 10 años! ¿Cómo pasó esto? Ya sé, estoy exagerando y sé que esto es un poco apresurado; pero- por ejemplo- la celulitis, que siempre fue un concepto más, ahora es un peligro inminente. Ya no queda "cute"tener tu cubrecama de Hello Kitty; ya no queda "sweet" tener memorabilia de Barbie, queda más bien "problemitas"; ya no se puede andar comiendo Nerds, M&M's o Kisses ( magia = regalo divino = calorías = 666 (x666666666)) como si no hubiera un mañana. Y ni hablar de esos días cuando- sin razón aparente- te duele hasta alma, así como cuando te enteras de que todavía hay gente que entra a MSN, lo deja conectado y pone "no estoy" (auch). Aunque tal vez si haya una razón, tal vez fueron esas 8 escaleras que subiste ayer. Bienvenido a la senectud. 


Así que mientras yo me encargo de ponerme al día con el ensure y otras dichas de la tercera edad que- si no se dieron cuenta- es la tercera de tres (eso es lo que nadie te dice), le pido un favor a Mika: Querido, deja de joder con la temática de "Golden age". La única "golden age" que realmente existió, fue cuando eras tan chiquito e inocente que el único gold que conocías eran los taps de pokemón. (the 90's are back). We're not golden, we're older. Y sí, tu también. No creas que por bailar vestido con más colores que Tekno te vas a salvar

domingo, 1 de julio de 2012

Nobody can fit your shoes


    • Una ex-novia de un tío una vez me dijo que cuando tienes baja la autoestima, la solución es salir a caminar- no precisamente para quemar calorías y crear endorfinas, ya que esos son efectos colaterales divinos que no se le niegan nunca a nadie- sino para realizar un experimento de autosalvación perspectiva

      El procedimiento iba así: Mientras caminas por la calle, mira a tu alrededor y analiza por cual de los individuos de dicho lugar te cambiarías. ¿Quién de los transeúntes te gustaría ser? Toma en cuenta criterios como la indumentaria, actitud, estatura, pelo, etc. 
      Cuando hayas recorrido algunos metros, podrás notar que- de hecho- son muy pocos o ninguno. (y si no, get a therapist)

      Hoy intenté este ejercicio. Caminé 5 cuadras cerca de mi casa- así era un entorno constante y controlado, además de familiar- y no es por engreída, pero debo admitir que me alegró bastante el resultado. Sin embargo, unas horas después obtuve una contra-cara interesante.
       Salí a comer y a escasos metros, en la mesa del costado, habían 4 individuos: femeninos (demasiado), altos, esbeltos y super-recontra-producidos. Por los cuales, llegue a la conclusión, de que me cambiaría aunque sea una hora.

      Cabe resaltar que yo comía, mientras ellas fumaban, y tomaban té, y cruzaban las piernas, y hablaban de celulitis, y eso. 

      Y cabe resaltar también, que con esto no admito que me gustaría ser un maniquí pintarrajeado que lo único que es capaz de generar es tortícolis en los hombres, aunque capaz me vacila y decido quedarme así. 

De corrido

Quiero recordar que se sentía estar enamorada de ti quiero recordarlo porque quiero evocar ese sentimiento que te produce recordar que estás enamorada de alguien que está enamorado de ti y mirarlo y esperarlo y buscarlo y necesitarlo y usarlo y sostenerlo y conocerlo y entenderlo y pensar que nunca te vas a ir y luego te vas y luego no sientes nada ademas del miedo de no poder recordar como te sentiste esa noche en su cuarto cuando lo querías y él te quería